Un pincho de gallinejas en Madrid es como unos caracoles en Sevilla. Es, de lo típico, lo más popular. Están ricas, pero muchos prefieren no saber qué es.
Las gallinejas suelen venir ya limpias de la carnicería, pero si queréis quedaros más tranquilos, podéis darles un último enjuague y escurrirlas muy bien luego.
Hecho esto, lo siguiente es cortar las gallinejas en trozos de unos 4 ó 5 centímetros, lo justo para que se puedan meter en la boca y resulte agradable.
Luego, como si se tratara de unos torreznos, ponemos el aceite de oliva a calentar y cuando esté a una temperatura alta, vamos echando las gallinejas en tandas hasta que estén bien doraditas. Luego, como siempre que freímos algo, dejamos escurrir las gallinejas sobre papel absorbente. Salamos las gallinejas con sal gruesa, y ya podemos servirlas con un vino tinto o una cerveza bien fresquita.
Foto orientativa: Gabino Domingo Andrés
Las gallinejas son un plato castizo como el que más, emblema de la gastronomía popular madrileña, y se suelen hacer con gallinejas (o sea, tripas) de pollo o de cordero.
Las gallinejas son uno de esos platos realmente castizos, porque fuera de Madrid es difícil encontrarlo. Disfrutemos de ellas con patatas fritas.
En el Madrid más castizo, los entresijos de cordero acompañados de gallinejas, o solos, son un plato costumbrista servido normalmente como ración.
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