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El pastel de viaje es un bizcocho que aún muchos solemos llevar a los largos viajes para reponer fuerzas en los momentos de vacío de estómago.
Este pastel de viaje es como un bizcocho casero de arándanos, en el que el punto de esponjosidad lo otorga la crema de leche (o nata líquida).
Empezamos montando la nata con unas varillas eléctricas a ser posible (o a mano, si no hay más remedio, junto con el azúcar). Batida la nata, hacemos lo mismo con los 4 huevos en un cuenco aparte.
Luego, mezclamos los huevos con la nata azucarada, y echamos el resto de ingredientes de la masa del bizcocho: la harina tamizada en varias tandas junto con la levadura en polvo, y la pizca de sal.
Removemos bien, para que la masa del pastel de viaje quede homogénea.
Embadurnamos con aceite de oliva un molde para bizcochos, y sobre la harina, echamos una fina capa de harina. Después, añadimos la masa del pastel de viaje al molde y la dejamos reposar unos 20 minutos.
Precalentamos el horno a 200ºC.
Antes de introducir el molde en el horno, echamos los arándanos humedecidos y pasados por harina. Metemos el pastel de viaje en el horno a 200ºC, y a los 5 minutos bajamos la temperatura a 180ºC, para dejarlo así unos 45 minutos más.
Una vez horneado, conviene no sacar el pastel de viaje del horno bruscamente, para que no se desinfle.
Foto orientativa: JLastras
Recuerdo que cada vez que íbamos de viaje en Navidad, mi madre preparaba un bizcocho que luego repartía en varias porciones, y al que llamábamos pastel de viaje por su fácil transporte, conservación y manipulación. Cuando el estómago rugía, se agradecía poder echar mano de él.
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