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Cremosa salsa roquefort hecha con queso, nata líquida y el toque justo de aceite. El acompañamiento ideal para carnes, pastas, patatas, verduras y pescados.
Como muchas recetas de salsas, la salsa roquefort la vamos a hacer en una sartén anti-adherente que empezaremos poniendo al fuego y calentando con dos cucharadas de aceite de oliva (a ser posible, aceite de oliva virgen extra).
Una vez que el aceite esté caliente, añadimos el queso roquefort en pedazos gruesos, y lo deshacemos a fuego lento mientras lo vamos removiendo con una cuchara de madera.
Cuando esté completamente deshecho el queso roquefort, añadimos la nata líquida y removemos todo a fuego lento para que se mezclen el queso y la nata.
Cuando la nata y el queso esté bien integrados, condimentamos la salsa roquefort con un poco de nuez moscada si lo deseamos. Sal no hace falta añadir, pues ya está contenida en el queso y el queso roquefort tiene un sabor ya muy intenso.
Llegados a este punto, lo único que nos queda es dejar que la salsa cueza ligeramente a fuego suave hasta que adquiera la consistencia deseada, teniendo en cuenta que cuanto más tiempo esté al fuego, más espesa quedará, y que una vez se enfríe, la salsa roquefort adquirirá una mayor consistencia que la que se aprecia en la sartén.
Se recomienda añadir directamente la salsa al plato, ya sea carne, pescado, pasta, verduras... Por ejemplo, si queremos hacer el famoso solomillo al roquefort, una vez cocinada la carne a la plancha, nos bastaría con añadir la salsa roquefort por encima bien caliente.
Si, por el contrario, la hacemos para usarla más tarde, tenemos que dejarla enfriar y guardar la salsa de queso azul en el frigorífico bien tapada. Cuando queramos usarla, tenemos que volver a calentarla y removerla bien.
Opcionalmente, para recuperar las pinceladas del color verdoso del queso roquefort, en el momento de añadir la salsa de roquefort a los platos podemos echar por encima un poco de cebollino muy picado, o bien unos toques de perejil picadito, orégano seco, albahaca, etc.
Foto orientativa: Kim
Cuando hago la salsa roquefort para carnes o pescados, no suelo añadir la nuez moscada, pues no me gusta mucho el contraste de esos sabores. Eso sí, me encanta cuando hago la salsa para acompañar pastas sin relleno o ensaladas. En todo caso, esto va en gustos.
Cuando tengas la salsa al fuego, ten cuidado con la intensidad del mismo, pues si lo tienes muy fuerte la nata podría subir y salirse de la sartén. Si ves que esto pudiera pasar, retira rápidamente la sartén del fuego para que la nata vuelva a bajar y no se salga la salsa roquefort.
Si al final la salsa roquefort nos queda demasiado espesa y queremos rectificar su textura, podemos echar un poco de caldo de pollo, leche, o más nata líquida. Removeremos bien y lista para llevar a la mesa.
Aunque la salsa roquefort se usa sobre todo para carnes, puede servir también de acompañamiento para algunos pescados, para pastas, incluso para ensaladas. Entra aquí si te gustan las recetas de salsas de todo tipo, o aquí si lo que te interesan son las salsas para carnes.
Hay quienes usan mantequilla para hacer esta salsa de roquefort, pero como ya es suficientemente potente de por sí, yo me decanto por usar aceite de oliva al ser sus grasas más saludables.
Podemos congelar la salsa roquefort para usarla en un futuro. Yo suelo tener siempre en el congelador un poco de salsa por si tengo alguna urgencia. Luego sólo hay que sacarla del congelador, dejar que se descongele al aire o en el microondas, y añadírsela directamente al plato que deseemos.
Si quieres, puedes usar otro tipo de quesos para hacer una deliciosa salsa de queso, el queso que más te guste puede que consiga que tengas la salsa perfecta para ti... El queso azul, el parmesano, un queso torta, un queso feta, el Idiazabal, el brie. Eso sí, ten en cuenta que según la intensidad de sabor del queso que elijas, puede que haya que modificar las cantidades de queso y de nata.
Pero formas de hacer salsas de roquefort, o salsas con roquefort hay muchas, os pongo unos ejemplos para que tengáis distintas opciones si la que os he propuesto no os convence.
Salsa al roquefort:
En este caso sólo 3 ingredientes forman parte de la salsa, 300 ml. de nata líquida, 200 gr. de roquefort y un poco de pimienta al gusto. Y hacerla también es de lo más sencillo, ponemos un cazo al fuego y echamos dentro la nata y el roquefort desmenuzado o cortado en trocitos. Es mejor poner el fuego muy bajo, para que el queso de vaya derritiendo lentamente y sin quemarse, si no la salsa al roquefort podría estropearse.
No podemos dejar de vigilar la salsa al roquefort, removiendo con cuchara de palo, para que no se pegue al fondo.
Lentamente, la salsa roquefort irá adquiriendo la textura cremosa deseada y solo tendremos que añadir un poco de pimienta si se desea. No es necesario incorporar sal porque el queso ya aportará un buen grado de salinidad.
Eso sí, si nos queda demasiado espesa, siempre podremos aligerar la salsa al roquefort con leche o un poco más de nata líquida.
Salsa de queso roquefort
En este caso le podemos dar un punto distinto añadiendo un toque de cebolla a la preparación; 300 gr. de queso roquefort, 500 ml. de nata para cocinar, 1 cebolla, pimienta negra molida, aceite de oliva y sal... Y la preparación, sería así: Lo primero que vamos a hacer es pelar la cebolla y cortarla en juliana muy fina. Añadimos la juliana de cebolla muy fina a un cazo con una cucharada de aceite de oliva y pochamos a fuego lento con una pizca de sal.
A continuación, Agregamos al cazo la nata y calentamos a fuego medio para que no llegue a hervir.
Picamos el queso roquefort y lo añadimos al cazo. Calentamos todos los ingredientes a fuego fuerte durante cinco minutos.
Trituramos la salsa de queso roquefort y volvemos a poner al fuego para calentar a media potencia durante cinco minutos.
Añadimos entonces una pizca de sal y de pimienta negra molida. Tapamos el cazo en el que estamos preparando la salsa de queso roquefort y dejamos reposar con el fuego apagado durante cinco minutos.
Salsa de roquefort
Y con un toque de vino, el sabor de la salsa cambia completamente; 250 gr. de roquefort, 1 trozo de mantequilla atemperada, 250 ml. de nata líquida, 100 ml. de vino blanco seco, perejil y pimienta negra.
En este caso la preparación sería la siguiente:
En la batidora pondremos el trozo de mantequilla, que además de a temperatura ambiente la tendremos preparada sin sal, para que no sale más el sabor del queso. Añadimos el roquefort y lo batimos, hasta conseguir una mezcla de la textura deseada.
Ponemos un cazo al fuego con el vino blanco y pimienta negra molida a voluntad. Dejamos que el vino se cueza y evapore con el fuego bien alegre, hasta que reduzca bastante.
Ahora vamos con el toque de nata de la salsa de roquefort propiamente dicha. Ponemos el fuego suave y vamos agregando la nata al cazo, muy despacito y sin dejar de remover. Dejamos que cueza y vuelva a reducir.
Ya nos toca incorporar la mezcla de queso y mantequilla que teníamos preparada. Para ello ponemos el fuego lento y vamos incorporando con mucha paciencia, en hilito fino y sin dejar de remover, de manera que la mantequilla se vaya fundiendo dentro de la salsa de roquefort.
Cuando la mantequilla esté completamente incorporada, probamos de sal y pimienta y ya tenemos una salsa de roquefort lista para tomar templada o caliente.
Deliciosa salsa roquefort sin nata para los amantes del queso, pero no de las grasas. Gracias a la cebolla y al caldo de pollo tendremos el mejor sabor.
Una salsa clásica hecha con queso azul que, elaborada con la ayuda de la Thermomix, tendremos lista rápido y sin esfuerzo. ¡Para carnes, pasta, pescados...!
Unas pechugas de pollo a la plancha con tomillo, acompañadas de una riquísima salsa de queso roquefort. ¡La combinación es de "toma pan y moja"!
El solomillo en salsa de queso azul es una apuesta segura. Es fácil, rápido de preparar y está de lujo. Con casi cualquier una guarnición quedaremos bien.