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- Receta de tarta cementerio
Una extraordinaria composición para esta tarta cementerio de chocolate, frambuesa y pasta comestible, a la que no le faltan ni zombi, ni muertos, ni sabor.
Para la tarta cementerio que vamos a preparar como postre de Halloween necesitaremos primero elaborar un bizcocho de chocolate, a la manera tradicional con la que solamos elaborar nuestros bizcochos.
Una vez que lo tengamos listo y frío, lo cortamos en dos capas. Si queremos, la primera capa de bizcocho podemos 'emborracharla' con un poquito de licor y, a continuación, echamos sobre la superficie una buena cantidad de mermelada de frambuesa, que extenderemos con la ayuda de la espátula. Cuando esté listo, colocamos de nuevo la capa de arriba y seguimos trabajando.
Vamos a extender el ganache, que habremos elaborado de chocolate con leche para que quede de color más clarito. Eso sí, lo haremos un poquito consistente, para que no nos quede demasiado líquido y adquiera una textura más sólida sobre el bizcocho. Lo echamos sobre el bizcocho y los cubrimos entero con la ayuda de la espátula. Ya tenemos el bizcocho preparado.
Ahora vamos a frabricar la 'escenografía' de esta tarta cementerio. Para ello deberemos preparar la pasta comestible (si quieres ahorrarte este paso, lee la nota de autor).
Tamizamos el azúcar y la goma de tragacanto sobre un bol y mezclamos bien para que los dos ingredientes queden completamente incorporados. Hacemos un huequito en el centro de la mezcla.
En un recipiente apto para microondas pondremos el agua, la glucosa y la margarina y lo dejamos un minuto en el micro, a máxima potencia. Sacamos y mezclamos muy bien. Agregamos la mezcla al hoyo de la mezcla de azúcar y goma de tragacanto y una cucharadita de esencia de vainilla.
Trabajamos la mezcla, incorporándolo todo con la ayuda de una paleta de madera y cuando coja consistencia, empleamos las manos para amasar, hasta que la masa se desprenda de las manos con facilidad.
Hacemos varias particiones de la masa. Una la dejamos del color blanco natural que posee; a la segunda le añadimos colorante rojo; a una tercera porción (la más grande) un pelín de negro, muy poquito, para que nos quede de color gris; y a la última, más pequeña, negro intenso.
Envolvemos cada porción ya coloreada en film transparente y dejamos reposar 24 horas en el frigorífico.
Cuando saquemos la pasta comestible de la nevera, la moldearemos como si fuese plastilina, así que, con un poco de paciencia iremos haciendo los distintos objetos de la composición.
Para las baldosas y las tapias del cementerio, tomamos un porción de la pasta gris y hacemos una fina lámina que luego iremos cortando en cuadrados y rectáculos que iremos 'adosando' para formar el camino, los escalones y el vallado.
Luego, con un poquito más de esa misma pasta grisacea, iremos haciendo finísimos churritos que nos servirá para el brocado que simulan el hierro forjado del contorno del vallado del cementerio.
Ahora, con bolitas de distintos tamaños del mismo color, iremos modelando las cruces y las lápidas de los enterramientos. Con ayuda de un palillo de cocina podemos ir grabando inscripciones y haciendo grietas, a las que luego podremos pasar un pincelito con un poco de colorante más oscurito disuelto en un pelín de agua.
Finalmente, hacemos una rendonda luna llena, que podemos recortar sobre una lámina extendida de pasta gris, con la ayuda de la boca de un vaso.
Distribuimos las figuras que hemos elaborado y, ahora, le toca el turno a la pasta negra. Tomamos una porción, la extendemos hasta formar otra lámina y cortamos las nubes negras que se recortan contra la luna llena. Las pegamos en su sitio y vamos con la pasta blanca.
Modelamos una calaverita y algunos huesecitos que están tirados por la tarta cementerio. Para mancharlos de sangre, solo habrá que hacer un pelín de solución acuosa, con el colorante rojo y ayudarnos de un pincelito.
Ahora es el momento de fabricar el esqueleto y la zombie. Con paciencia, como si fuera plastilina, ya sabéis, vamos haciendo las cabezas, el cuerpo, los brazos... en el caso del esqueleto con forma de huesos, claro.
Y ahora nos queda vestirlos. Extendemos un poco de pasta del color de cada prenda, la vamos recortando y pegando por encima de los cuerpos: el sombrero, el pelo, la chaqueta, la falda, los pantalones... sólo necesitáis paciencia.
Colocamos a nuestros protagonistas en la escena escalofriante, los 'ensangrentamos' un poquito y, con un pincelito, dibujamos algunas huellas sanguinolentas de pies y manos por paredes y baldosas.
Ya casi hemos terminado esta tarta cementerio. Sólo nos queda rallar un poco de chocolate negro e ir echándolo sobre el ganache del bizcocho, para que parezca tierra removida. Si se os ocurren más aportaciones que engrandezcan vuestra obra... ¡Divertíos, es Halloween!
Foto orientativa: ValentinaST
Si o quieres hacer la pasta comestible en casa, puedes comprar un poco de masa fondant en tiendas especializadas y colorearlo a tú gusto.
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