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Harina, almendra, manteca de cerdo, un poco de azúcar y, evidentemente, un toque de vino dulce, es lo necesario para hacer este delicioso dulce.
Lo primero que tenemos que hacer es tostar la harina y las nueces molidas. Esto podemos hacerlo de dos formas diferentes, echando la harina en una sartén sin nada de grasa y cuando veamos que comienza a cambiar de color añadimos las almendras molidas y dejamos que tuesten estas también, o echando la harina sobre papel de horno, bien repartida sobre toda la bandeja, y tostándola a 150ºC. Una vez que la harina está lista, quitamos la harina y hacemos lo mismo con las nueces molidas.
De todas formas, lo hagamos de una u otra forma, al mismo tiempo vamos a dorar las almendras troceadas. Para ello, echamos el aceite en una sartén al fuego y, cuando esté caliente, echamos las nueces y dejamos que se tuesten. En cuanto veamos que empiezan a cambiar de color, las retiramos del fuego, pues seguirán tostándose.
Una vez fuera del fuego, añadimos a la sartén el sésamo, le damos unas vueltas y agregamos la manteca de cerdo. Removemos hasta que se deshaga la manteca por completo.
Una vez listo, echamos todo el contenido de la sartén en un bol grandecito y vertemos en él también el vino, el anís y el azúcar moreno. Removemos para que todo quede bien integrado.
Por otro lado, a la harina le agregamos la canela, la sal, la nuez moscada y la levadura. Lo mezclamos ligeramente y lo tamizamos todo en el bol con los líquidos.
Mezclamos bien hasta conseguir una masa uniforme con la que podremos hacer una bola que meteremos en papel film transparente. La meteremos en la nevera una media hora, para que la masa coja cuerpo y se pueda cortar bien.
Con ayuda de un rodillo estiraremos la masa hasta conseguir un espesor aproximado de 1.5 centímetros (aunque también puedes hacer los roscos de 1 centímetro si quieres hacerlo más ligeros, o de 2 si quieres hacerlos bien consistentes)
Una vez que la masa está lista, la cortamos con un molde para hacer donuts, con cortapastas redondos de distintos tamaños o con un vaso y un tapón para hacer el hueco del centro.
Cuando tengamos los roscos listos, los vamos colocando con cuidado en una bandeja con papel de hornear, y los llevamos al horno caliente a 180ºC, donde los tendremos unos 12-15 minutos.
Una vez horneados, le daremos un toque de dulzor extra, espolvoreándolos con azúcar glass cuando aún estén calientes para que el azúcar se quede pegada... Y ya solo queda dejarlos enfriar para degustar unos roscos de vino como nunca los has probado, deliciosos.
Foto orientativa: Carmen López
Si quieres darle un toque de jugosidad a los rocos, puedes bañarlos en un almíbar de agua con azúcar moreno. Para ello, sólo tienes que llevar la mezcla de agua y la misma cantidad de azúcar al fuego, y cuando rompa a hervir la retiras.
Cuando saques los roscos del horno, los dejas templar y, con mucho cuidado para que no se rompan, los bañas rápidamente (vuelta y vuelta) en el almíbar. Luego los pasas por el azúcar glass y listos... Si se rompe alguno, que se romperá casi seguro, aprovecha para comértelo, jeje.
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