La salsa potente increíblemente sabrosa que elevará tus pizzas al cénit y realzará el sabor de tus carnes a la parrilla o a la plancha. Un básico adictivo.
Pelamos la cebolleta y el ajo, los picamos todo lo fino que podamos y los ponemos a sofreír en una cazuelita con el aceite de oliva necesario a fuego lento, sin dejar de remover.
Cuando la cebolleta esté transparente, añadimos el tomate frito y la salsa de tomate, y removemos durante un minuto más. Apartamos la cacerola del fuego, y aprovechando el calor residual de ésta, echamos el resto de ingredientes de la salsa barbacoa casera y removemos bien hasta que estén perfectamente integrados.
Entonces, echamos el contenido íntegro de la cazuela en el vaso de la batidora, y lo trituramos todo hasta tener una salsa sin grumos. Es el momento de purificar la salsa barbacoa casera pasándola por un colador, probarla, y rectificar de sal si fiera necesario.
En este punto, se podría espesar un poco la salsa si se quisiera reduciéndola un poco en la cazuela a fuego lento, pero en principio, la salsa tiene que quedar con un punto de densidad idóneo.
Una vez hecha y fría, la salsa barbacoa casera se puede conservar durante un par de semanas más o menos en el refrigerador en un frasco esterilizado. También se puede congelar en pequeños recipientes para tenerla lista para futuras ocasiones.
Foto orientativa: Dplanet.
Por cucharadas, entiendo la cantidad contenida en una cuchara de sopa, y por cucharadita, en una cucharita de las de café.
Las cantidades indicadas son para hacer aproximadamente 20 cl. de salsa barbacoa casera.
La salsa inglesa que he usado es de la marca Lea & Perrins.
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Una salsa rosa, fresca y veraniega, que aportará un toque sabroso y un contrapunto ácido y dulce a la vez, a nuestros platos de verano.
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